MI PERRO LADRA A OTROS PERROS

21-02-2021

Seguramente todos vosotros hayáis observado, o quizás vivido en vuestras propias carnes, como en el momento en el que dos perretes se van a cruzar, uno de ellos se pone a ladrar como si la vida le fuera en ello.

La reacción más habitual en la mayoría de los casos por parte del dueño es estirar fuertemente de la correa del peludo que está montando el follón, mientras se escuchan frases y palabras como “cállate pesado”, “vale ya”, “no ladres”... Pero ¿Es correcto reprenderle de esa manera?

A continuación os explicaremos los motivos que dan los etólogos a este comportamiento y os diremos qué pautas recomiendan seguir los expertos.

¿POR QUÉ SUCEDE ESTO?

Existen tres motivos principales:

1- La FRUSTRACIÓN, que habitualmente tiene su origen en un mal aprendizaje del protocolo del saludo perruno. Si tenemos un cachorro, es muy importante enseñarle a saludar desde la tranquilidad. Mucha gente se emociona junto con su cachorro cuando se cruzan con otro perro. Nuestro pequeñajo está deseando saludar y tira tira para acercarse hasta donde está el otro peludo, mientras nosotros le animamos a saludar a un nuevo amigo.

Lo que está aprendiendo el cachorro es a saludar desde la excitación. Cuando sea adulto, y vea un perro que quiera saludar, se encontrará con la barrera física de la correa, haciendo con ello que emerja la frustración que os hemos comentado al principio.

2- MIEDO hacia otros perros, provocado generalmente por una mala socialización o por experiencias traumáticas en una edad muy temprana. De aquí el hecho que sea muy importante juntar a nuestro peludo con otros perros, sobretodo aquellos que le aporten experiencias positivas y que sean un buen referente emocional.

3- La tercera causa suele ser la más habitual y se trata de la REACTIVIDAD. Un perro reactivo es un perro que reacciona ante un estímulo que no es una amenaza de manera desmedida y sin justificación.

Son perros que no saben gestionar sus emociones, por eso es importante el proceso de habituación durante el primer año de vida.

Hay perros que nunca han pisado una ciudad, que no han visto motocicletas, coches, autobuses, ascensores, que no han tenido trato con seres humanos, que apenas han interaccionado con otros animales.

Cuando estos perros se encuentran ante un estímulo al que no están habituados el perro se desborda emocionalmente, no gestiona de manera correcta lo que está sucediendo y empieza a ladrar como loco. No son perros agresivos como puedan parecer, sino que simplemente son perros reactivos.

RECOMENDACIONES

1- Como ya hemos comentado anteriormente, es imprescindible enseñar a nuestro cachorro a saludar o otros perretes desde la absoluta tranquilidad. ¿Cómo lo hacemos? Si nos cruzamos con otro peludo nos quedaremos quietos, nuestro cachorro tirara hacia todos lados como un loco en su afán de querer llegar hasta el otro. No haremos nada, ni regañarle, ni tirar de la correa, ni corregirle… NADA de NADA.

Cuando la correa se afloje, él se siente o se quede tranquilo mirándonos en busca de una explicación, es solo en ese momento en el que podemos ir a saludar. De esta manera, el cachorro aprende a saludar desde la tranquilidad.

Esto no solo se aplica a cachorros, sino que también se puede aplicar a perros adultos, porque nunca es tarde para aprender. Lo que es necesario por nuestra parte es tener paciencia, constancia y una buena actitud.

2- En el caso de haber identificado que el motivo de los ladridos de nuestro perro hacia otros es debido al miedo, evitaremos el acercamiento.

En muchas ocasiones el dueño, ajeno a los motivos de los ladridos, se empeña en acercar con la correa a su peludo a los demás para que vea que no pasa nada. ¿Qué ocurre entonces? Que aparece el ESTRÉS. Como el perro no puede evitar la situación empieza a emitir señales de amenaza, los ladridos, y habitualmente le funciona, porque tendemos a alejarnos de esta situación. Obviamente no queremos que ese perro que está ladrando como un poseso le haga ningún daño al nuestro.

Con esto, el perro miedoso aprende a solucionar la situación de esta manera. Salir a la calle ladrando a diestro y siniestro se convierte en la mejor opción para ellos.

En este caso se pueden aplicar trabajos de gestión emocional o trabajos de tiempo y distancia, para ir acortando esa distancia sin romper su respuesta emocional. En general son trabajos lentos y complejos que hay que planificar.

En resumen, si tenemos un perro con miedo a otros perros, no nos empeñemos en acercarlo porque eso lo único que hará será agrandar el problema. El perro tiene que ver en nosotros alguien en quien puede confiar, no alguien que le lleva a sus peores pesadillas.

3- Habituar a nuestro peludo a todo tipo de estímulos.

Por repetición de un estímulo el animal acaba acostumbrándose a ellos. Pueden referirse a olores, visiones, objetos… en definitiva, rutinas de nuestro entorno. Siempre hablando de algo que no le de un miedo extremo.

Por ejemplo, un perrete que nunca habrá visto un aspirador, la primera vez se asustará cuando lo uses, pero con las repeticiones se acabará acostumbrando.

TERMINANDO...

Dicho todo esto y para finalizar, es muy importante ser un referente de calma y seguridad para nuestra mascota. El perro debe ver en nosotros una tabla de salvación, un referente en el que poder confiar.

Cuando se den este tipo de situaciones permaneceremos calmados y seguros, podemos alejarlo del problema si es necesario.

Si vemos que se focaliza en un estímulo que sabemos que puede provocar una respuesta desmesurada podemos romperle esa atención dándole un par de tironcitos con la correa y alejándonos hacia otro lado. Son tirones MUY LEVES, como quien te da una palmadita en el hombro para captar tu atención.

No le hablamos, ni le gritamos, ni le reñegamos. Recordad, CALMA y SEGURIDAD.

Cuando paseemos por la calle, si el perro está nervioso, estresado, frustrado o acaba de reaccionar de manera desproporcionada ante algo, responderemos de manera NEUTRA. No le miramos, no le hablamos, no le acariciamos, no interactuaremos con él. Sin embargo, cuando nuestro peludo esté tranquilo, sereno y estable, en ese momento SÍ que podremos interactuar con él, desde la tranquilidad. Le damos una caricia, un premio… reforzando con ello esa actitud de serenidad.

Como siempre, en todos estos casos se puede contar con la ayuda de un profesional que nos vaya guiando a la hora de trabajar estos aspectos para que nuestro peludo sea el perro más equilibrado y feliz del vecindario.